viernes, 21 de febrero de 2014

Atemporal.

                                                                                   ''Se rompió la cadena que ataba el reloj 
                                                                                                             a las  horas.''


Necesito serme infiel a mí misma tres veces por semana,
mirarme de vez en cuando en el espejo
y no reconocerme,
pero reconocer que no es mi reflejo el que está fingiendo,
que soy yo.
Insoportable la obsesión de que permanezcan intactos tus principios
aunque esto suponga masacrar los estambres
para que no germine la primavera.
Insoportable la obsesión de tener que cerrar tres veces
y dejar la llave puesta para prevenir males mayores.
Como si la abolición de horizontes ávidos no fuera suficiente castigo.

Me da miedo la retransmisión en directo de un adiós,
la última hora del proceso rutinario que supone el olvido,
la venta de la exclusiva más cotidiana.
Me niego a decretar inmunidad a las espinas.
Intentar encontrar el lado positivo del invierno
es un acto de valentía,
volver a la realidad con la boca llena de flores,
retroceder cien daños atrás.

Creo en depósitos de arrugas de gente llena de vida,
en el zumo de naranja que recorre sus venas,
en sus manías y rituales,
en su nombre como antónimo de desaliento.