lunes, 2 de diciembre de 2013

Hasta el tacto.

Envidio la valentía del que agita sus alas
sin pensar en la locura del vuelo,
el que besa a pecho abierto
y a puerta cerrada.

No entiendo qué significa abril para los poetas
ni sé si nostalgia es lo mismo que melancolía.
Me atraganto al pronunciar
sentencias inefables.
y divago entre el ajetreo
de caminos transitados
por gigantes que levantan polvo.


Reniego del carrusel
cuando la tristeza me frecuenta y miro al cielo
y hace un sol espléndido.
Es entonces cuando pienso
en las clases de literatura del colegio
y en aquellos románticos
que estaban deseando que
la naturaleza se contagiara de sus sentimientos
para sentirse un poco menos desdichados.
Contingencia bendita.
Y me sonrío.

Pongo en cuarentena a mis asaltos a tu barrio,
colindante con la hostilidad
y conservo al vacío mi corazón para evitar un posible:
"siémbralo todo de motivos, anda".
Prorrogo el secreto de sumario en el colchón
a sabiendas de que dejar morir el amor
no es el crimen perfecto.

Amago con regresar al coliseo convertido en ruinas,
pero mis manos ya están demasiado agrietadas
como para levantar un templo de la nada.

El dolor aflora cuando tienes que decir
"hasta la vista"
queriendo decir
"hasta el tacto".







domingo, 20 de octubre de 2013

El precio justo.

Voy a patentar tu forma de estrellarte contra mi invierno.
Invertiré en abolir las estaciones
y me quedaré a vivir en tus vientos constantes,
no como quien habita una ciudad sin sobresaltos
y llena de conformismo,
sino como quien ha encontrado la selva adiestrada
que llevaba toda una vida buscando en el desierto más salvaje.
Cansada de pagar de más,
negociaré contigo el precio justo.
Me arriesgo a endeudarme,
a quedarme en
números rojos,
en soledades inertes.
Eliminar la competencia se antoja difícil
tratándose del manjar más suculento.

Suprimes los aranceles
que me limitan a vagar entre las fronteras
de una parcela vacía.
Contigo todo son beneficios no tangibles
que me llenan las manos de ganas
y de reyertas.




jueves, 17 de octubre de 2013

En ocasiones veo vivos.

Acaricio los restos del incendio
como quien abraza al pasado
sin darse cuenta de que
entre sus brazos
no cabe una silueta vacía.

Atesoro llamadas capaces de
borrar indicios de tristeza,
síntomas de la más cruel enfermedad.

Insonorizo
-sin éxito-
habitaciones en las que aún rechina
el suelo de madera
que soportaba nuestros bailes.

Ilumino mi propia vida con
la frecuencia umbral.
Siempre estoy al límite de la oscuridad,
a un traspié de abandonar
la maratón que me lleva a tu boca.

Retraso el plan de mi vida
como quien le pide
cinco minutos más al despertador
y pienso que puede existir un plan en el que basarlo
-y besarlo- todo.

Renuncio a las conversaciones de rigor,
a las miradas de rencor,
a los gestos a medias,
al doble de dolor.

Desdibujo la pena
con los de siempre,
donde siempre,
a la hora de siempre.
Borrar sería muy sencillo.

Malgasto deseos pidiéndote siempre a ti
y las estrellas fugaces,
las pestañas
y las velas
me odian por ello.

Remunero encuentros que
te cambian el día a día,
que al fin y al cabo,
esto es mucho mejor que
que te cambien la vida.

Observo,
escucho,
valoro,
hago crítica
e intento crecer.
No te lo vas a creer,
en ocasiones,
veo vivos.

Castigo al equilibrio
cada vez que vuelves
en forma de canción,
de poema
o incluso,
de fórmula en la clase de física,
maldita sea.
Y es que,
la fuerza de rozamiento no
se atrevió a frenar mis instintos,
mis regresos con las manos manchadas
de corazón
porque pierde su tiempo
con cajitas de seis kilos de masa.
Como si fuera eso más importante...

Analizo ausencias,
busco responsables.
Y esto me agota.







viernes, 20 de septiembre de 2013

Manzanas en septiembre.

Septiembre llega oliendo a hogar y,
a la vez,
a descampado lleno de hierbajos.
Agosto es
clavarte en un bar,
septiembre,
anclarte en un mar.

Este mes admira más a las estrellas fugaces
que a aquellas que decoran ese telón azul
girando fieles siempre en la misma órbita.

Septiembre reclama buscarse en otros parpadeos.
No hacerlo es
como ver llover unos ojos
y no querer admitir el llanto,
como cruzar la meta
y negar el fin.

Septiembre es otoño disfrazado de verano,
mordiscos camuflados de caricias,
explorar facultades como si fueran castillos,
inmortalizar en el tiempo ayeres que ya no vuelven
ni huelen.

Coloniza los huecos existentes entre
la piel y la cordura,
el divagar y la mesura,
el volar y la llanura.

Septiembre deja grifos abiertos
que gotean restos de verano
que no dejan dormir.
Cloc,
        cloc,
               cloc.
Y duele.

Septiembre vomita
canciones de orquesta
y te tira a la cara con rabia
bailes improvisados en su ombligo
mientras se ríe de los recuerdos.
Olvida versos que conmueven,
impone clases de tres a ocho
que son como las manzanas de Sabina
que no quiere comer
dos veces por semana.

No te engaño,
septiembre
                me
                      mata,
septiembre
              me
                  ata.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Se masca la tragedia.

Mientras salgo por esa puerta
suplico no volver a tener que encontrarte
en otro quicio,
no quiero sacarte de quicio ya.

La rutina es el diminutivo de
la ruta de los cobardes.
Por eso se masca la tragedia
y yo mientras me bebo la comedia.

El pesimismo azota fuerte.
Contemplo la vida,
pero con templo también llega la muerte.
Y aquí me tienes,
otra vez en la cuneta de tu baile,
en los márgenes del folio,
al borde de tu cama.

He adiestrado tormentas zurdas,
me ha partido el rayo de tu adiós.

viernes, 12 de julio de 2013

φιλοσοφία

Soy alma sin licencia y voy disparando sin permiso por ahí.
Soporto las turbulencias pero no tu coexistencia en tiempo y lugar.
Cuando digo que no creo en el destino, el mundo empieza a conspirar contra mí y tengo que dar marcha atrás.
Ya no diferencio entre esencia y existencia, entre dicho y hecho, entre las promesas y premisas que siempre llenan tu boca, y el acto puro: esta huida interminable.
Tendrá que venir Tomás a hacerme recapacitar o mi profesor de filosofía, directamente, a echarme la bronca.
Lo que tengo muy claro es que dos mundos no hay. No me fío de este mundo sensible, cada vez más insensible. O sea, que de ideas flotando no quiero ni hablar.
En lo de la inmortalidad del alma no me quiero mojar, aunque sí te puedo hablar de su inmoralidad.
¿Dudas metódicas? Demasiadas. Creo que he hecho de la moral provisional un hogar.

Agustín cuando hablaba de la iluminación divina se debió referir a tus amaneceres. No puede haber otra verdad inmutable que no sea tu sentencia. Y lo de la Trinidad lo explica mucho mejor esta canción que sus teorías:




El principio de causalidad yo también lo pongo en duda, pero aún más el de casualidad. Ya sabéis, tengo que serle fiel al destino.
Mientras tanto, todos vivimos alienados por culpa de las mismas jaulas, distancias que nos apartan de nosotros mismos. La plusvalía menosprecia. Paradojas léxicas, ya ves tú.

Y por cierto, para estética trascendental, tu cara bonita y no la de Kant.

El nihilismo acaricia las dudas. Aún sigo esperando ese superhombre que venga a salvarnos de la moral del rebaño.
Otra cosa no, pero que el lenguaje son metáforas fosilizadas no se me olvida.

Defiendo la idea del eterno retorno ya que esto me impediría desear los días en los que tu ilusión salpicaba todos los muebles de mi casa.

Soy más acto que potencia, ni de leyes naturales, ni de leyes positivas.
Como Drexler, creo igual en la ciencia que en la poesía
-y te juro que este no es un argumento de autoridad-.

viernes, 21 de junio de 2013

Que la orquesta no pare.

                                                                                  ''Te dejé el recado de estrenarnos los veranos                                                                                                                y luego huir.''






En verano las sonrisas
se administran en canciones de
orquesta,
Cádiz sabe
a salitre
y lo imposible cabe en
un vaso con un par de hielos.
Mientras, tú sigues llenando el vacío
sin dejar espacio para nada más.

Mi balcón siempre me asoma a tu calle,
a la génesis de las metáforas,
al origen de los primeros aleteos,
y los gatos andan por los tejados tan perdidos
como aquellos que paseamos
como fantasmas
por las aceras desgastadas
buscando azulejos nuevos,
encontrando cristales rotos.

Trasnochamos, hacemos pactos con el diablo
y luego, el sol de la mañana llega para acabar
con cualquier intento de valentía,
con cualquier ápice de verdad.
La mentira suele parecer la solución más fácil,
pero desaloja casas en llamas
solo para recibir el reconocimiento
de los cobardes.

Yo me acerqué con la inutilidad mayúscula
con la que las ventanas intangibles
ansían evitar un suicidio,
con la misma incertidumbre
con la que las subterráneas inseguridades
acechan en medio de la noche.

En el cielo cabían
todas las estrellas que guiaban
mi agosto
y ahora estas tan solo decoran
ese mural inalcanzable.




domingo, 14 de abril de 2013

Hermana.

Ella nació como quien regala
tormenta y calma,
miedos y certezas.
Puso al karma de su parte 
y cambió el rumbo
de mis días
-aunque estos aún no habían llegado-.

Ella tiene más lunares que defectos,
pero no más pecas que nostalgias.

Puede que no sepa más que Einstein
sobre relatividad
pero todo lo que sea relativo
a mí lo conoce mejor que nadie.
Cuando me mira
el universo camina a
2.99999x10^8 latidos por segundo
y el tiempo se dilata.
Albert jamás lo entendería
pero yo lo comprendo
sin necesidad de paradojas.

Heisenberg no tenía ni idea, en verdad,
de qué era la incertidumbre.
Él no la vio dudar entre abismos
o escaleras,
no la vio alterar realidades,
introducir variables
capaces de desechar 
todos los teoremas existentes.

Newton, métete tus leyes
por donde te quepan,
que no sabes nada de
la inercia que provocan sus pasos
cuando parece que se va a tropezar
y va a caer la primavera,
de la fuerza que originan
las colisiones de su abrazo contra el mío,
de mis reacciones tras sus acciones
y viceversa.

Ella va por la vida rompiendo
la barrera del sonido
y barriendo cualquier roto,
reflejando sus ojos en otros
con un ángulo incidente
que limpia cualquier mirada.

La frecuencia de sus latidos es
directamente proporcional
a la de los míos
e inversamente proporcional a
la rutina de mis eneros.

La entropía de su vida
es el crimen de quien
no ha sabido encontrar
ciclones en su diccionario,
es el asesinato de los ojos
que no quieren ver.

Aún no se ha establecido magnitud que
mida sus miedos
pero yo sé de sobra
todo lo que teme precipitarse,
polarizar otros cuerpos
y lanzarse al vacío
influida solo por la gravedad
de todo lo que siente.

Construye castillos de arena
con mis lágrimas.
Aprendo el significado de la palabra ''riesgo''
cuando, ella, tan temeraria como siempre,
disfruta con el aire que la despeina
y yo, tan cobarde como de costumbre,
miro con cara de admiración
sin soltar los pies del suelo.
Me protege la espalda
y encima, le saca la lengua a
mis fobias.
La miro,
encuentro la complicidad.














viernes, 29 de marzo de 2013

Ambigüedades.

Constituí mediante tratados
y burocráticas cláusulas
que firmé conmigo misma
un imperio basado
en principios
que tan solo eran costumbre.
Sentí rápido
la necesidad de
dejarles de exigir
fidelidad.

A mi alrededor
palabras huecas,
rigor,
rituales,
rutina
y trámites que nos permiten
alimentarnos pero no saborear
con gusto.

Atenté contra el olvido
intentando autoconvencerme de que
el cambio nos puede liberar,
de que volar puede ser
más placentero que andar firmemente
el camino,
aunque también más inseguro.

Me levanté con ganas de
gritarle al mundo que estaba equivocado.
Me mordieron los adeptos al lunes,
me partieron en dos los kamikazes,
me asustó el cielo abierto,
me oprimió la jaula
y me arañó la ambigüedad de las dos caras.

Desvelé mis sueños,
intenté ordenar el caos inmanente
que supone la toma de decisiones,
desalenté a la nostalgia,
-ese souvenir que siempre llega tarde a su destino-
y deformé las simetrías establecidas
intentando encontrar mi sitio
a la vez que cosía
las responsabilidades a mi espalda.

Cuestión de prioridades:
O los cimientos en los que se sostiene el templo
o los azulejos que lo decoran.

Y yo sigo dudando...

jueves, 21 de marzo de 2013

Desperta(do)res

Engáñame y dime que perderse
es solo rechazar puertas abiertas
y caminos que no se bifurcan,
caminos que conducen
directamente a la boca de la primavera.
Como si no llegar a la meta solo pudiera ser
culpa mía y no una imposición de la vida.
Yo te confesaré que no he pagado ciertas aduanas
y ahora el porvenir me reprocha en la cara
que se puede escapar de todo
menos de tus modos.

Partes en dos el suelo que piso
y archivo en la retina
los momentos en los que el mundo se retorcía contigo.

Qué tristes nosotros pidiéndole
cinco minutos más al despertador
y no una eternidad 
a la persona que no nos deja dormir.



domingo, 20 de enero de 2013

Ni siquiera.

Tengo millones de preguntas y pocas respuestas.
La incertidumbre me golpea y me hace retroceder.
Las dudas no acaban en nada,
no hay conclusiones brillantes
ni siquiera, conclusiones.
Mi arritmia adolescente no vale ya de compás en ningún rock and roll,
ni siquiera, 
en alguna canción de cantautor.
Mis vértigos tampoco sirven para llevarte volando
a otra realidad que no conoces,
ni siquiera, puedo escapar de esta.
Solo me hacen marear y caer
cuando el universo es el antónimo del
equilibrio
-es decir, casi siempre-.
Tengo alzheimer de momentos,
mi parkinson no perdona,
mis temblores llegan cuando el miedo invade cada uno de mis huesos
-estos que se rompen cuando me creo valiente
y huyo a mil latidos por acorde-.
Me duele el pulmón,
mi asma se ha vuelto crónica,
me falta oxígeno
y respirar así se antoja muy difícil.

Eso sí,
todo va bien.